¡Ay, cómo sufro! ¡Ay! Rodeados de la mesa mis hijos y yo Miramos con tristeza la silla vacía Vacío que con tu engaño y tu infamia quedó Pa' ruina de tu vida, la de ellos y mía A veces me preguntan que dónde estarás Y el hecho de mentirles me llena de espanto Les digo que del cielo, de allá nos verás Que nos quisiste mucho y que fuiste un santo Les tuve que mentir por no hacerlos sufrir Y me tocó llorar sangre del alma mía No podía decirles que fuiste capaz De abandonar por otra tu hogar y tus hijos A veces me preguntan si estás en el cielo Y me muerdo los labios al decir que sí Por Dios que hay momentos que he sentido celos Al ver que te quieren mucho más que a mí No el más grandecito, que ya entiende tu infamia Y baja la vista sin verme de frente Nunca entra a tu cuarto ni tu nombre aclama Y le gusta aislarse lejos, lejos de la gente Veo a la más pequeña correr por la casa Con su sonrisa infantil y su inocente alegría Luego se detiene, te besa y te abraza Aunque solo acaricia la silla vacía Les tuve que mentir por no hacerlos sufrir Y me tocó llorar sangre del alma mía No podía decirles que fuiste capaz De abandonar por otra tu hogar y tus hijos