Cesad ya de preguntar, gesto inútil: ¡Estoy bien! Donde tu aguardas lágrimas yo impongo risas: Máscara clavada susurra "no" y despista, Por lo bajo, sin embargo, supura hiel. No, no es cierto: no me engaño. No duele, escuece un tanto. No hay lágrimas, son gemas: en bruto diamantes... Puliendo el dolor. Espectro triunfante, siga yo aquí en pie Aunque vea todo a través de mi negro prisma, Sostenido por raíces inconscientes de mentiras, ¡Por los siglos de los siglos, amen! No, no es cierto: no me engaño. No estoy solo, solo acompañado. No es ira, a tiras la piel te arrancaría, Y así abrigar mi dolor. ¿Qué importa perder el campo donde lidiamos? No se ha perdido todo. Con esta voluntad inflexible, este deseo de venganza, mi odio inmortal y un valor que no ha de someterse ni ceder jamás ¿cómo he de tenerme por subyugado? ("El paraíso perdido" – John Milton). No, no es cierto: no me engaño. Me reafirmo, sí, negando Verdades, sensaciones, sentimientos que me acercan Al vórtice del horror.