La soledad dejó sobre la almohada, Un sueño en pleno vuelo buscándola en la cama, Hubo de salir con madrugada de oficinas y caminar tan pocos pasos, En tanta vida y en tantos años. La soledad mantiene sus secretos Adentro de las cosas que nunca olvidará Como esa esquina donde solían esperarla donde la conoció el amor En ese tiempo de ser feliz, de ser feliz, de ser feliz. Cada vez que tengo que pensar en ella se pone azul la luz del sol, Se me levanta de la garganta el rumor de su espera infinita, Valparaíso te colma de cerros el alma cansada, Resuelve mudarse al edén, resuelve encontrar otra vez el amor, Aquel que fue su marido, capitán de maderas, Llamado José, llamado José, llamado José, llamado José. Esa persona, señora montepiada, Vivía en la página 2 de un tiempo amarillo, Se tuvo que deprender de aquel viejo sombrero con pelo, La caja desapareció del largo pasillo. La soledad debía llamarse maría, Parece que se desmayó hurgando en su reloj, Y aquel valioso minuto rueda entre las horas de la gente, Se funde en el resto de vida y se le pierde y se le pierde, Y se le pierde y se le pierde...