Yo me moriré un día borracho junto a una tapia, Y mis pupilas reflejarán la última luz de esa mañana. Se cuajarán mis ojos rememorando bajo la lluvia Un torbellino de espantos y de bellezas pasadas. Ya no me importarán entonces ni el hambre ni las estrellas. Seré para esa nave un equipaje bien liviano. No me haré de rogar con despedidas interminables, Pues sólo lamentaré perder a las mujeres que amamos. A las mujeres de este mundo. A las mujeres que soñamos. Solo lamentaré perder a las mujeres que amamos. Yo me moriré un día de pulmonía bajo los puentes, Y los perros aullarán toda esa inmensa madrugada. El alba dará mi hora y con el último suspiro Entonaré un salmo antiguo rescatado de la infancia. Pero no dejaré preguntas en el aire ni reproches. No me abrazaré a la vida tan desesperadamente. Por mí, conservará intacto el virgo de su misterio, Pues sólo lamentaré perder el amor de las mujeres. De las mujeres de este mundo: De las mujeres que soñamos. Solo lamentaré perder a las mujeres que amamos. De las mujeres de este mundo: De las mujeres que soñamos. Solo lamentaré perder a las mujeres que amamos. Solo lamentaré perder a las mujeres que amamos.