Esos tus ojos negros que me afligen martirio Por la bendita gracia de tu piedad serena Van llevándose toda la flor de mis delirios Y llenándome el alma de una infinita pena Esos tus ojos negros, oh misterio de cielo La claridad postrera de un crepúsculo santo Cada vez que los miro resucita un consuelo Y una esperanza nace después de sufrir tanto Sin embargo tus ojos esquivos y hechiceros Para mí suplicantes, soledad pensativa Tienen la lontananza de todos los luceros Que peregrinos pueblan la soledad de arriba Tus miradas me duelen con dolor de dulzura Parece que es inútil resistir tu fiereza La plegaria del alma se ha tornado más pura Pero más rebosante de una inmensa tristeza