El aire que te rodea, amada mía, Es un viento de oro y de mañanas. Entra como la luz por las ventanas Iluminando mi alma cada día, Interminable y pura melodía. Tanto milagro cierto, tanta suerte, Tanto secreto inmenso y compartido, Me hace vivir más pleno lo vivido, Y conocer la paz, vencer la muerte, Renacido en fa dicha de tenerte. Amada mía, sangre de mis venas, Alivio de mis penas, Sol de mi esperanza, Fuente viva de dulzura. Qué más puedo pedir si en este instante Reconozco por fin que mi destino, Condujo tu sendero a mi camino Y me puso a tus pies, mi dulce amante. Qué más puedo pedir, Tú me has cambiado. Príncipe soy; leal a tu mirada, Niño otra vez y siempre deslumbrado, Tú me has transfigurado como un hada, Y habito tu paisaje enamorado. Salto al vacío tomado de tus manos, Y sólo con mirar tus ojos bellos No quiero regresar. Estoy de vuelo, Al centro de tu cuerpo deseado