Cuando salí de Collores. Fue en una jaquita baya por un sendero entre mayas arropás de cundiamores Adiós, malezas y flores de la barranca del río Y mis noches de bohío. Y aquella apacible calma y los viejos de mi alma y los hermanitos míos. ¡Qué pena la que sentía. Cuando hacia atrás yo miraba y una casa se alejaba y esa casa era la mía La última vez que volvía los ojos, vi el blanco vuelo De aquel maternal pañuelo. Empapado con el zumo del dolor. Mas allá, el humo esfumándose en el cielo. La campestre floración. Era triste, opaca, y mustia y todo, como una angustia me apretaba el corazón La jaca a su discreción iba a paso perezoso Zumbaba el viento, oloroso. A madreselvas y a pinos y las ceibas del camino parecían sauces llorosos. No recuerdo como fue. (Aquí la memoria pierdo) más, en mi oro de recuerdos, recuerdo que al fin llegué La urbe, el teatro, el café, la plaza, el parque, la acera Y en una novia hechicera. Hallé el ramaje encendido donde colgué el primer nido de mi primera quimera. Mas luego, en pos de ideales. Entonces, me hirió la envidia y la codicia y la insidia y el odio de los mortales Y urdiendo sueños triunfales vi otra vez el blanco vuelo De aquel maternal pañuelo. Empapado con el zumo del dolor. Lo demás, humo esfumándose en el cielo. Ay, la gloria es sueño vano. Y el placer, tan sólo viento y la riqueza, es tormento y el poder, hosco gusano Ay, si estuviera en mis manos borrar mis triunfos mayores Y a mi bohío de Collores. Volver en mi jaca baya por un sendero entre mayas arropás de cundiamores.