Santificado sea aquel reino azorado Y tus límpidos ojos que alojan rencor Ajenos reflejos de sitios añejos Un círculo solo que cuadra dolor Sea tu anhelo un precoz extravío Que haga imposible el juego de a dos Paraíso perdido o terreno baldío No hay espacio para algún frágil crisol Gris y en paz, en cortes de realidad, disentir de la propia forma de vivir Tirria en son, coplas sin voz, espacios ausentes que Dios dejó En un perpetuo no, se expone sin razón, lo que hay de juego y negación Un grito desecho de un alma impaciente Se aloja curtida en odres de sal Diatribas sin guía que fueran paridas De un árbol, se sabe, dulce y agraz Escucho y permuto aquel frío absoluto Que las palabras dejan pasar Y sigo y aniego cualquier circunstancia Que me lleve a dejarte de pensar Gris y en paz, en cortes de realidad, disentir de la propia forma de vivir Tirria en son, coplas sin voz, espacios ausentes que Dios dejó En un perpetuo no, se expone sin razón, lo que hay de juego y negación Veo un desdén cercano Me valgo de todos mis sueños Paso tras paso, trazo mis días Entre desidia y agonía Gris y en paz, en cortes de realidad, disentir de la propia forma de vivir Tirria en son, coplas sin voz, espacios ausentes que Dios dejó En un perpetuo no, se expone sin razón, lo que hay de juego y negación