Qué mal, que cuando a mi te acostumbraste Y era dulce contigo, mi vida, todo te di, Inventabas razones para culparme, Diste rienda suelta a tu deseo de engañarme. Qué mal, que cuando quise llorar, Diste media vuelta fuiste atroz, malvado y cruel. Podrás probar otra piel, podrás sentirte atrapado, Volverás cuando esa miel, deje sabores amargos. Esconderás la mirada, Cuando te hable de ella, Mientras el sol oscurezca, Me habré librado de ti.