Del ancho mar sonoro, fui pez en los cristales Que tuve los reflejos de gemas y metales Por eso amo la espuma, los agrios peñascales Las brisas salitrosas, los vividos corales Después aleve mi hora de tintes caprichosos Magnéticas pupilas, colmillos venenosos Por eso amo las ciénagas, los parajes umbrosos Los húmedos crepúsculos, los bosques calurosos Tórneme luego en águila de porte audaz y fiero Tuve alas poderosas y garras de fino acero Por eso amo la nube, el alto pico austero El espacio sin limites y el aire vocinglero Hoy convertido en hombre por ordenes oscuras Siento en mi ser los gérmenes de existencia futuras Vidas que han de encumbrarse a mayores alturas O que han de convertirse en génesis impuras A que lejana estrella voy a tender el vuelo Cuando se llegue la hora de buscar otro cielo A que astro de ventura o planeta de duelo Ira a posarse mi alma cuando deje este suelo O descendiendo en breve por secretas razones De la terrestre vida todos los escalones Aguardaré en le limbo de largas gestaciones El sagrado momento de nuevas ascensiones Letra: Juan Ramón Molina (1875-1908)