Qué pena las horas perdidas Que dimos de ventaja Las copas vacías, mentiras sin barajas Que tus cosas, que las mias, Y al fin llevarnos nada Qué pena los pasos en vano, Dejándonos de lado Los bares abiertos que no nos acordamos, Las lluvias sin chapas, Los mapas alambrados Pero qué pena las azucenas en la ventana, ¡Qué pena todo, que pena nada! Qué pena el oro que no brillaba, Lo que queríamos ser de grandes Lo que volvimos enloquecidos Tan negociable Qué pena las noches aquellas, Mirando las estrellas Siguiendo las huellas De una riqueza absurda, Qué pena, no haber nunca Perdido la cabeza, Qué pena los días gastados A cuenta del futuro, Tomándonos puro el vino rebajado Qué pena haber fallado Estando tan seguros Pero qué pena las azucenas en la ventana ¡Qué pena todo, qué pena nada! Qué pena el oro que no brillaba Lo que queríamos ser de grandes Lo que volvimos enloquecidos Tan negociable Qué pena los cinco minutos Que nunca nos tomamos Hoteles de paso, por los que no pasamos Que pena tanta cama Y llegar siempre cansados Qué pena los sueños corrientes Que nunca nos contamos Los viajes separados, las flores en septiembre Qué pena haber estado Tan pendientes de lo urgente Pero qué pena las azucenas en la ventana ¡Qué pena todo, qué pena nada! Qué pena el oro que no brillaba Lo que queríamos ser de grandes Lo que volvimos enloquecidos Tan negociable Pero qué pena las azucenas en la ventana Enloquecimos, nos perdimos en el oro que opacó Qué pena todo el tiempo Qué pena los dos Qué pena mi amor (Qué pena el oro que no brillaba) Qué pena el oro que no brillaba Como cretinos nos volvimos negociables Vos y yo